Los candados sustituyen, en algunas tradiciones y con gran éxito a los nudos celta. Al fin y al cabo se usan para atar, cerrar, anudar…
Se dice, por ejemplo, que un pequeña candado ritualizado unido a las llaves de la casa o del coche, cierra sobre ellos un arco de protección que aleja a los ladrones, y evita la mala fortuna.
Pero tal vez la función mas romántica de los candados en la magia es el de la unión eterna.
Las parejas que desean que su amor dure mas allá del tiempo han de llevar a un puente sobre un río un candado con los nombres de los dos gravados en el, cerrarlo sobre uno de sus barrotes y tirar juntos la llave el agua.
Hay muchos puentes por todo el mundo donde esa tradición se ha hecho tan habitual que ha dado, como en Santiago de Chile nombre a uno de sus puentes. El Puente de los candados Arzobispo Casanova sobre el río Mapocho en el Barrio Alto.
O el puente Milvio de Roma.
O algunos tramos de la muralla China cerca de algún río.
O en uno de esos puentes maravillosos, perdidos en los bosques, de alguno de los rincones mágicos de mi tierra, o de la tuya.
Como este inmenso puente sobre el río Sena en Paris.
Lo importante es ese gesto de ir juntos a prometer amor eterno sobre el agua. Teniendo como testigo a la Diosa que a de cuidar que nada, ni nadie, pueda separar a quienes le han confiado su unión.
Varios países del mundo están en este momento decidiendo si retiran o no todos esos candados de sus puentes. Paris, Roma… Dicen que desluce la estética y que hacen peligrar la estructura de esas construcciones. Puede ser cierto, pero me pregunto que ocurría con todos esos enamorados que han creído que ahí dejaban constancia de su amor, como resguardo, como símbolo…