Ángel es una hermosa palabra.
Significa mensajero. Y eso es lo que son las entidades que nos acompañan durante nuestra vida: Mensajeros e intermediarios entre los Dioses y nosotros.
En muchas culturas religiosas se acepta la presencia de una entidad que se nos une en el momento de nacer y está con nosotros, hasta ayudarnos a cruzar al otro lado cuando nuestra vida termina.
A esa entidad personal, le llamamos Guía o Ángel.
Ángeles o Guías… da igual como les llamemos, lo único importante es saber que existen y que son la ayuda más eficaz y valiosa con la que contamos, cuando lo solicitamos.
Ellos, los Guías, no pueden interferir en nuestra libertad, tienen que respetar el libre albedrío. Así que cada vez que necesitemos su ayuda hemos de expresarlo con mucha claridad.
Y aunque es cierto que no pueden decidir por nosotros, si pueden avisarnos de los peligros jugando con símbolos que podamos comprender, moviendo las situaciones externas, anticipándose. Nos ponen barreras, nos dejan pistas por todos lados e incluso, se cree, que les está permitido apartar de nuestros caminos algunos obstáculos. Personas, sobre todo, que podrían influir negativamente en nuestro destino.
Hay una formula muy sencilla y muy conocida para conectar fácilmente con nuestro Guía, con nuestro Ángel y es llevar contigo su símbolo, un amuleto en forma de ala.
Y de vez en cuando has de acariciarla al tiempo que hablar con tu guía y pides su ayuda para algún asunto que te preocupe.