(Noche de difuntos del 31 a 1 de noviembre)
Dice la tradición, y cuenta la leyenda, que en la noche de difuntos los espíritus deben salir de las casas que habitan y recorrer otros espacios, lugares nuevos, calles, bosques…
Muchos de ellos, al amanecer, cuando la luz empieza a clarear, buscan un lugar diferente donde quedarse durante el resto del año, y para que entidades desconocidas sepan que tu casa está ocupada, y que estas feliz con los seres invisibles con los que te ha tocado convivir -como nosotros lo estamos- hay que dejar cerca de las ventanas farolillos y luces encendidas, que les hagan suponer a los desconocidos fantasmas, que en ese lugar están completos. Que no cabe ni un alma más.
Nosotros lo hacemos siempre.
Rodeamos la casa de farolillos. Ponemos velas en todas las ventanas, y celebramos esa apertura de la puerta que separa los dos mundos con alegría y esperanza.
Nuestros muertos favoritos saben el camino y conocen el truco.
Ese el trato.
Los demás, con este despliegue de imágenes, velas y farolillos de colores creo que entenderán que tenemos overbooking.
En estos días te iré contando como celebrar esta fiesta.
Ya he reconocido alguna vez que, para mí, es la más entrañable y especial de todas.