Ya te lo conté alguna vez. Hay un duende que está siempre en la ventana que se abre hacia el norte y lleva en su saco mágico la planta con la que defiende la casa de la envidia y la maldad de los que no nos quieren bien.
En el herbolario mágico a esta planta la llamamos “pararrayos”-
En sus hojas largas y terminadas en punta recoge las malas energías y las desvía a tierra.
Se dice que es una de la preferida de los duendes y que donde ella se instala ningún pensamiento negativo puede quedarse.
Agradece el sol indirecto de la mañana y es interesante colocarle cerca una figura que simbolice a los genios de la tierra, duendes o gnomos.
Si tienes que tratar fuera de casa con alguien negativo, arranca una hoja de la planta y llévala contigo solo el tiempo necesario, al regreso, pártela en tres trozos y déjalos sobre la tierra de la maceta para anular, si lo hubiera, lo que la hoja de cinta haya cargado.
A ese duende yo le hablo mucho, le saludo y le doy las gracias por su trabajo.
Ya sé que es solo un símbolo pero, en nuestra cultura, los símbolos son importantes, muy importantes, por lo que significan y por lo que representan.
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