
POR LOS CAMINOS DE LA MAGIA…
En las tierras del norte existe una ruta mágica. Una ruta que sigue el curso de un río y atraviesa los bosques del norte hasta llegar a Bretoña.
Esa fue una de las rutas que siguieron los Celtas. Ocurrió hace mucho, muchísimos años, seis siglos antes de que la iglesias católica invadiera todos nuestros lugares de culto.
Y cuenta la leyenda que en uno de esos pueblos nació y vivió un héroe. Un Guerrero que lucho sin descanso por la libertad. Uno de los personajes más enigmáticos y apasionantes de nuestra historia.
Un obispo, dicen unos.
Un Druida, pienso yo…
Pero lo que nadie puede negar es que Maeloc, asi se llamaba, amaba esta tierra y todos sus pormenores, más que a su vida.
Y aunque parece ser que la historia y la leyenda coinciden al hablar de las largas batallas en esos bosques. No puedo imaginarlo. Nuestros bosques no están hechos para la guerra, solo para el amor.
El amor, o alguna dulce batalla de a dos. Cuerpo a cuerpo, con el sonido del agua acompañando la hazaña.
Y que la madrugada llegue después, sin sangre en los caminos, ni espadas en las piedras, solo con un rastro de ternura y asombro en las hojas de alguno de los arboles que se asoman, envueltos en la luz del medio dia, a las ventanas del último refugio:
Ese molino recuperado para el paisaje y para nosotros, escondido y protegido por los viejos robles.