
Mi abuela tenía verdadera obsesión con las huellas que dejábamos en el barro del camino los días de lluvia.
Decía que, alguien malvado, podia recogerlas y hacer mucho daño a través de ellas.
Cuando llovía, preparaba unos ramitos con hierbas y flores de su huerto. Solía poner ortiga, ruda, laurel y romero y en primavera, añadía flores silvestres.
Una vez elaborado el atillo lo pasaba, por los zapatos antes de calzarnos, para que las huellas que dejábamos en los caminos de tierra, no pudieran ser utilizadas en maleficios contra nosotros.
En las ciudades, esa vieja tradición no tiene demasiado sentido pero de vez en cuando, más como evocación de los momentos mágicos de mi infancia, que por otra cosa, me gusta preparar un ramito con las plantas que la abuela utilizaba y limpiar con el los zapatos de mis chicos.
Unas ramitas de laurel y romero, si no tienes más pueden servirte.
Hay otra receta de la abuela sobre los zapatos que me encanta. Ella decían que para atraer la suerte y alcanzar las metas más complicadas, es muy eficaz limpiar en luna nueva, los zapatos, con esencia de romero.
Ya sabes, cosas de meiga.
Debe estar conectado para enviar un comentario.